Hace un año aproximadamente se presentó en Madrid el numero especial de la revista Los Bárbaros, publicada en los EE.UU por Chatos Inhumanos y en España por Punto de Vista Editores. Los textos, que eligió cuidadosamente la escritora y gourmet Mercedes Cebrián, abordan la gastronomía de Nueva York desde distintos puntos de vista.
Hay ficciones y crónicas donde la comida es la protagonista y en las que la ciudad está muy presente, ya sea como lugar de residencia, como metrópolis idealizada o como destino turístico. Pero este buffet libre visitable, al que desearíamos volver cientos de veces, no sólo destaca por su variedad de platos e ingredientes, sino por la abundancia de registros del español que condimentan sus páginas. Encontramos tapas y botanas, aguacate y palta, pendejos y verracos. Aquí, el «vosotros» se alterna con el «ustedes » sin traumas, pues hay textos de cinco países conviviendo alegremente tras la cubierta multicolor de Miguel Herranz, que ha sabido recoger toda la voluptuosidad de las enormes raciones de las comidas neoyorquinas, cuyo tamaño es y esperamos que lo siga siendo una clara seña de identidad de la ciudad de Nueva York.
En este número participan participamos, además de Mercedes Cebrián, Miguel Herranz, Enrique Winter, Ulises Gonzales, Isabel Mellado, Juan Cárdenas, Sabina Urraca, Juan José Ferro, Fernando San Basilio, Yehudit Mam, Víctor Sierra Matute, Silvia Terrón, Alfonso Felix, Cristina Colmena y yo mismo que escribí un texto -de los que abordan la ciudad de Nueva York como mito- titulado Woody Allen, yo te maldigo. Aquí un fragmento:
«Hay una zona de Manhattan que pretende ser París. Se trata del Upper East Side, en torno a Park Avenue. En las películas de Woody Allen muchos personajes viven en estas calles que en realidad no tienen absolutamente nada de particular. Aquí todo resulta como un sucedáneo de lo francés: las mismas intenciones, pero peores resultados. Por supuesto los restaurantes finos donde se encuentran los psicoanalistas judíos, los pintores de éxito o los intelectuales demócratas no abundan, tal vez lo más parecido es la cafetería del Edificio Breuer del Met –es un edificio de Marcel Breuer, profesor de la Bauhaus del que además tengo un par de sillas en mi casa; un edificio europeo, por fin–. Esta burda imitación, este “quiero y puedo pero no sé cómo” es la tónica general de la ciudad de los rascacielos. Al otro lado de la isla de Manhattan el ambigú del Lincoln Center confirma lo que siempre hemos sabido pero nunca hemos terminado de creer, que estar en Nueva York es como quedar encerrado en un videoclip de Madonna del que es imposible escapar. Entre un acto y otro de la Bohème el público toma champagne en copas de plástico. ¿Por qué me hiciste creer lo contrario Woody Allen? ¿Por qué me hiciste soñar con esta ciudad de gente elegante? ¡Yo te maldigo!».
Puede encontrarse en librerías y para envíos en España en la web de Punto de Vista Editores.