El poeta y traductor británico Terence Doolay ha seguido volcando al inglés mis poemas y una vez más ha sabido escoger las palabras más preciosas y precisas de su lengua. Aquí va Retrato de un caballero desconocido, es decir Portrait of an unkown gentleman, que se encuentra justo en el centro de mi libro Cartón fósil, titulado en su versión anglosajona, Cardboard Fossil.
Portrait of an unknown gentleman
I
He is forever the same age,
time has added no wrinkles,
he is still in his vigour
but younger than us every day.
For the first time you realise
that now you are older than him,
that ten years have gone by,
but only for you.
Inside his frame,
expressionless,
his armour shields him from the centuries,
varnish and oil
from the submissive decay of the flesh.
On your hundredth birthday
he’ll be five hundred,
though still in his twenties
for our fond old eyes.
But his perennial enigma of youth
won’t ever belong to nowadays.
He’s been an adult too long,
even if his card declares
‘young man.’
II
Your frame is like the dome of glass
imprisoning dried flowers for evermore:
no wind may lash them
nor can they be undone by human hand.
You don’t succumb to pain,
no virus severs
your cortex,
nor do you fear the night
arriving at the same hour every day.
You are bereft of colour,
an artificial blossom in your eyes,
mirage of the storm,
more arid than a desert, more inert.
Your skin, a mortuary shroud
sterile to the touch,
resists the loving glance
and is the shadow of life’s shadow.
Portrait of an unknown gentleman, I envy you despite it all, despite the impossibility for you of visiting our time.
Retrato de caballero desconocido
I
Son sus años los de siempre,
el tiempo no ha dibujado más arrugas,
igual de fuerte que ayer
pero cada vez más joven que nosotros.
Por primera vez descubres
que ya no eres tú el menor de los dos,
que una década después
por ti han pasado los años
por él no.
Dentro del cuadro,
impasible,
su armadura lo protege de los siglos,
barnices y óleos
contra el deterioro obediente de la carne.
Cuando tú cumplas los cien
él tendrá más de quinientos,
sin embargo continuará en la veintena,
a nuestros ojos de ancianos con nostalgia.
Mas no será de nuestra Era
su juventud enigmática y perenne.
Desde hace mucho es adulto,
aunque ponga en la cartela
«hombre joven».
II
Tu marco es como el fanal
que encierra a las flores secas para siempre,
sin que el viento las azuce
ni las deshagan las manos de los hombres.
No sucumbes al dolor
ni hay ningún virus que corte
tu corteza,
ni tienes miedo a las noches
que llegan a su hora exacta cada día.
Eres yermo de colores,
floración artificial en los ojos,
espejismo de tormenta,
más árido que el desierto, más inerte.
Tu piel de lienzo mortuorio,
estéril a las caricias,
no sucumbe al placer de las miradas
y es la sombra de la sombra de la vida.
Retrato de un caballero desconocido,
te envidio pese a todo,
pese a que sean las cosas
imposibles para ti en esta Era.