Effetti del cambiamento climatico sui quadri del museo

Hace unos meses el poeta, docente e investigador Leonardo Vilei, con quien había volcado al español La ragazza Carla de Elio Pagliarani, tradujo al italiano algunos de mis poemas. Aquí va Efectos del cambio climático en los cuadros del museo de Clima artificial de primervera, primero en su versión y luego en la original. Lo ilustro con un par de pinturas de Patinir conservadas en el Museo del Prado: Descanso de la huida a Egipto y Las tentaciones de San Antonio (realizado junto a Quinten Massys).

Effetti del cambiamento climatico sui quadri del museo

Oltre la cornice si intravede un paesaggio dai tratti concisi. I mulini a vento, i sentieri sinuosi,

          i boschi e gli orti sotto un cielo di nubi.

Cinque secoli di Storia non hanno putrefatto i fiori del ruscello.

Con stupore, curatori e specialisti studiano il fenomeno:

ammirano come il tempo non sortisce i suoi effetti su questo primitivo fiammingo

          dai precisi ed esatti volumi.

Di colpo piove un giorno dentro al quadro. La diga tracima e inonda i canneti. Le case annegate,

          rotte le pale dei mulini, il cielo annerito da un’ombra di fumo. Ardono le straccionate,

i tori si rifugiano al bordo della tela e i personaggi chiedono auiuto, però son così minuti che il vigilante non riesce a sentirli.

Allora un turista divisa del fuoco all’interno del quadro e lest comincia a soffiare

          con forza ed a agitare la mano,

prtò il fuoco si alimenta con violenza.

Finalmente suona l’allarme, giunge il curatore e con un secchio d’acqua spegne le fiamme

          e infradicia il quadro.

Non marciranno i fiori ad olio; solo saranno cenere, macchie di fuliggine nel museo.

Efectos del cambio climático en las pinturas del museo

Detrás del marco se divisa un paisaje de trazos breves. Los molinos de viento, los caminos

          en ese, los bosques y las huertas bajo un cielo de nubes.

Cinco siglos de Historia no han marchitado las flores del arroyo.

Con estupor, conservadores y especialistas estudian el fenómeno:

admiran cómo el tiempo no ejerce su tortura sobre este primitivo flamenco de precisas y

          exactas dimensiones.

De pronto llueve un día dentro del cuadro. El dique se desborda e inunda los juncales. Las

          casas anegadas, rotas las aspas de los molinos, el cielo ennegrecido por una

          sombra de humo. Arden las cuadras,

las reses se refugian en el borde del lienzo y las personas piden auxilio, pero son tan

          pequeñas que el vigilante no consigue oírlas.

Entonces un turista descubre el fuego dentro del cuadro y rápido comienza a soplar muy

          fuerte y a agitar la mano,

pero el fuego se aviva con violencia.

Por fin salta la alarma, llega el conservador y con un cubo de agua apaga llamaradas y

          empapa la pintura.

No se marchitarán las flores de óleo; solo serán ceniza, manchas de hollín en el museo.

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