Hace algo más de un año el poeta y traductor británico Terence Dooley volcó al inglés mi primer libro de poesía, Clima artificial de primavera (La Bella Varsovia, 2012). Nunca dejaré de agradecer el excelente regalo que me hizo al devolverme en su fantástica lengua los poemas que escribí y pensé en castellano. Al leerlos en estas nuevas palabras los percibí tan cercanos como el mismo día que los compuse. Incluyo algunos de los que forman parte de la sección primera, «Indicios» -Terence propone Omens-, en esta entrada. ¡Gracias!
Vintage
Who saw the deer spring free of the frame?,
Who heard them in rut while we slept?
The sun at its zenith, in the siesta, burnt the painting, gorge, grove and borders. While the
woods were on fire, the stags fled and locked antlers in the tedium of 5 o’clock.
Domestic, docile in the picture; escaped, they were wild beasts and with their hooves they
tore to tatters the wallpaper of Sunday afternoon.
Where are they now, the deer? Ethereal Bambis, who for years and years gazed down on
our dreary routine of afternoon tea, acquaintances, card-games,parcheesi,
dominoes. Who heard the grannies’ ghost-stories and bedroom secrets. And kept their oily
muzzles shut.
They were the Lares Familiares in the dark. The aesthetic talisman of happiness.
Rustics, those who remember them. Rustic and handsome like those engravings in middle-class
drawing-rooms.
Vintage
¿Quién vio a los cervatillos saltarse el marco de la pintura?
¿Quién oyó su berrea cuando todos dormíamos?
El sol en su cenit, a la hora de la siesta, abrasó el lienzo, derritió la garganta, los sotos
y las lindes. Mientras ardía el bosque, los venados huyeron y con su cornamenta
retaron solos al tedio de las cuatro.
Domésticos y dóciles dentro del cuadro, embravecieron fuera y como bestias salvajes
con sus pezuñas rasgaron las paredes empapeladas de tarde de domingo.
Ahora, ¿dónde están los cervatillos? Los delicados bambis que durante años y años nos
contemplaban en la rutina parda de las meriendas, de las visitas, de las partidas
de cartas, de parchís, de dominó…
Escuchaban historias de fantasmas de abuelas y secretos de alcoba. Y guardaban silencio
con sus hocicos de óleo.
Eran los dioses lares en la penumbra. La garantía estética de la felicidad.
Bucólicos aquellos que los recuerden. Bucólicos y hermosos como aquellas estampas
de salón-comedor de clase media.
The boredom hidden in photographs
Take a snap so everyone can see what fun we’re having. Never mind how dull the day.
Smile, say cheese, pull your lips into the curvy shape of delight.
Stand under the monument or against the sea or in the apotheosis of our capital letter
love.
Gorgeous, you pose like a butterfly pinned in a case.
Lightning blanks the black of your eyes.
Click. Flash. Now you look, perhaps you are, a better person.
May all your pain earn you a moment’s popularity.
A moment’s overwhelming joy.
El tedio se esconde detrás de las fotografías
Haz una foto en la que todos vean cómo nos divertimos. No importa que la tarde haya sido
aburrida.
Sonríe, di patata, dibuja con los labios la línea sinuosa de la felicidad.
Colócate debajo del monumento o delante del mar o con el triunfo de nuestro amor
mayúsculo.
Hecho un pincel, sabes posar como una mariposa herida o disecada.
Un relámpago eclipsa el negro de tus ojos.
Click. Flash. Ahora pareces, tal vez seas, mejor persona.
Que todo tu dolor valga por un segundo de popularidad.
Por un segundo de la alegría que nos embarga.