Íñigo Navarro, Luis Gaspar, Ignacio Vleming. Manifiesto.

Como si fueran el eco de un mundo en ruinas, las pinturas de Íñigo Navarro y las fotografías Luis Gaspar se lanzan preguntas unas a otras e inundan, poco a poco, el aire de la sala. Bajo el título de mi último poemario, La revolución exquisita (La Bella Varsovia), los tres nos reuniremos el próximo jueves 24 de noviembre a las 20h en Calma Chechu (Calle Nenúfar, 15. Nave izquierda. Metro Tetuán). Un espacio sagrado en el que, hasta el 1 de diciembre, los dos artistas presentan su trabajo y entran en comunión con los divino, sea esto lo que sea. Además contaremos con el sociólogo José Luis Parada, que además es un extraordinario rapsoda y recitará algunos de los poemas del libro. El encuentro lo ha organizado Be cooltural, con el apoyo logístico de la Librería Lé.

Ignacio Vleming, Íñigo Navarro y Luis Gaspar. Foto de Luis Gaspar.

Decálogo para una exposición exquisita

1- Una caja cerrada es mucho más interesante que una caja abierta. No hay arte sin misterio y no hay misterio sin fe.(De esto nos habla la escena del amante oriental de Belle de Jour).
2- El arte es la búsqueda de la belleza, aunque la belleza pueda significar cada vez algo distinto, e incluso algo contradictorio. Gustarle a todo el mundo de forma moderada es una mala señal.
3- Estamos en la retaguardia del progreso porque nos resulta imposible dejar de amar las ruinas. Como el ángel dela historia de Paul Klee caminamos hacia el futuro mirando hacia el pasado.
4- Toda revolución acaba siendo contrarrevolucionaria. En nuestra “exquisitez” no aspiramos a transformar el mundo,ni siquiera a explicarlo. La razón ilustrada siempre va acompañada de la pulsión romántica. El sueño de la razón provoca monstruos de Goya.
5- Un cuadro cualquiera de Velázquez o de Friedrich pasaría inadvertido en una feria de arte contemporáneo. La epifanía está reñida con el chispazo del ingenio. Reivindicamos volver al tiempo de la contemplación.
6- Ni el discurso académico acartonado, ni las rupturas predecibles: los patronos de la vanguardia hoy resultan predecibles. Escuchar al azar es el trabajo del artista, que al igual que el santo está a la espera de unarevelación. Hacemos lo contrario a lo que nos dicen que deberíamos hacer. Nuestro dogma es no tener dogmas.
7- En lugar de romper los límites de cada disciplina caminamos hacia el tuétano de su especificidad. Ante la fascinación por las fronteras, nosotros proponemos la fascinación por lo eterno y abrimos los ojos a aquello que nunca ha dejado de emocionarnos desde los bisontes de Altamira.
8- La modernidad líquida no nos impide mirar a los ojos de Occidente, bien sea Occidente una idea aproximada de nuestros parámetros culturales, bien la concepción lineal del tiempo en el que se inscribe la pregunta de la existencia o no de Dios, o bien aquello que, simplemente, no es Oriente.
9- Frente a la luz cegadora de la razón y el poder evanescente de la transparencia, proponemos la penumbra de la fantasía. La intención no cuenta. Lo verdaderamente imprescindible es la intuición.
1o- El siglo XIX creo la religión laica de la cultura y el siglo XX trató de convertir al artista en un científico. Pero no hay arte sin misterio, ni misterio sin fe. ¿Cómo es posible rellenar el vacío que deja la ausencia de Dios? ¿Cómo esposible recuperar el símbolo? Tal vez sea esta la revolución exquisita.

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